Movimientos Estudiantiles ¿con sentido?

Por Daniel Fajardo

La figura del universitario en nuestro país siempre ha tenido el peso de ser la contraparte crítica de un sistema en vías de renovarse.

El universitario es una persona participativa, de espíritu renovador, ejecutor del pensamiento crítico fundamentado en el conocimiento teórico y con un ejercicio responsable de la libertad que a la larga, se traducirá en el vehículo de renovación de un sistema.
Por estas y más razones, la figura pública del universitario siempre estará encaminada a ese espíritu renovador del cambio.

Al tener como base este supuesto, puedo ilusionarme y aplaudir que una gran cantidad de jóvenes se involucraran de alguna manera en el proceso electoral de nuestro país, que sin censura abuchearan y literalmente corrieran a un candidato de sus instalaciones y que posteriormente, de manera organizada formaran un frente que involucrara de una vez por todas a muchos jóvenes que de manera pasiva y contemplativa a la distancia, señalaban lo que ocurría en el país sin que ninguno se involucrara de una manera activa.

Pero este acto es de cuidado, no es sorpresa encontrar discursos tendenciosos con dos lecturas y nuestro país es cliente de comprar muchas formas con poco fondo, peligrosamente un acto de expresión y ejercicio de la democracia puede convertirse no sólo en una arma de oportunismo electoral, sino en un espejismo de una realidad que en imagen es una cosa pero en el fondo otra.

Al leer la nota de muchos «alumnos» que en menos de un mes abuchean a otro candidato de una manera similar y con la bandera de ser universitario convierten peligrosamente a este movimiento en un arma propagandística de autoría desconocida que viene a manchar este esfuerzo de muchos sí, UNIVERSITARIOS, tratando de despertar a una sociedad.

El verdadero universitario se manifiesta, señala, enjuicia y exige pero siempre con una PROPUESTA en la mano. Manifestaciones de jóvenes pseudoestudiantes que irrumpen en una sala para gritar e insultar son sólo la señal de movimientos sin sentido que más que aportarle a la vida política de nuestro país lo ensucian. ¡Cuidado! No es justo ni para los jóvenes que creen que por simplemente desafiar a la autoridad se puede conseguir un cambio, y cuidado para quien crea que estos «movimientos» son la señal de un México crítico. ¡Cuidado!

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