Por Mtro. Daniel Fajardo
Las celebraciones de Semana Santa son quizás una de las festividades más importantes a nivel mundial debido a la gran cantidad de países que la celebran.
Conocida principalmente por las actividades propias de la religión católica, es ésta la que resulta blanco de una gran cantidad de ataques que cuestionan su significado y principalmente su aporte al terreno espiritual. Para iniciar, habría que distinguir muchos elementos antes de cuestionar de una manera crítica su valor, el primero y más importante distinguir entre lo que es un rito / Institución y lo que es espiritualidad.
El segundo tiene que ver con una cuestión personal, de conversión y reflexión donde cada uno y de manera personal autodefinimos nuestra posición con respecto al universo y nuestra misión en la vida, mientras que la primera tiene que ver con un método, un apoyo que te muestra un manera de llegar a ese encuentro espiritual.
Ambos tienen algo en común, son actos de libertad, todo ser humano decide hasta que punto quiere alcanzar su nivel espiritual al igual que tiene la libertad de decidir a través de que medio – religión quiere lograrlo. (si es que opta por alguna o no que también es válido)
La Semana Santa propone un proceso de reflexión donde cada uno de nosotros meditamos acerca de nuestra espiritualidad, la rectitud y sentido de nuestros actos para posteriormente reflexionar acerca de lo que aportamos a los demás. Todo enfocado en tratar de obtener un equilibrio entre nuestra parte espiritual y la social.
Esto es necesario por nuestra esencia humana a tal grado que no es un acto propio de la religión católica sino prácticamente de muchas otras religiones las cuales contemplan un periodo de reflexión,, al igual que para la religión católica con los 40 días de cuaresma, y posteriormente se celebra la resurrección que es el momento espiritual donde nos libramos de las cadenas del terreno material para evolucionar hacia un nivel espiritual superior.
A final de cuentas, todos son métodos válidos y todos tenemos la libertad de elegir el que más nos acomode, existen incluso entre religiones, y de manera documentada, actos de conciliación y trabajo coordinado porque todas en el fondo son lo mismo, todas están dirigidas al encuentro con Dios (sea cual sea su interpretación) y todas proponen un camino institucional para lograrlo. Es verdad, la religión católica es una de las más influyentes por ser la que más difusión ha tenido a lo largo de historia. Es la que ha estado presente en muchos temas como cultura, política, sociedad y más que propiamente no competen al terreno religioso y por ello es blanco de críticas y descalificaciones en esta semana y no otros cultos que lo celebran al mismo tiempo con sus propios ritos, pero debemos ser más responsables y críticos cuando decidimos ser parte de esta ola de ataques o bien iniciarlos. La Semana Santa es algo que se propone en diversas culturas y credos, no es algo propio de los católicos, incluso muchas religiones la celebran en la misma fecha. La Semana Santa tiene como finalidad, que tras un proceso de reflexión, definamos un propósito que nos lleve a un nivel superior de espiritualidad, si es posible no cada año sino cada día para crecer más y más en este aspecto, al igual que todas las religiones en el mundo y finalmente, recordar que nuestro nivel espiritual al igual que el credo que queramos profesar es un acto de libertad, nadie asiste a una Semana Santa amarrado o amenazado de muerte, es un ejercicio personal y libre por lo que merece el respeto de todos al igual que cualquier decisión que tomamos.
Todos en distintos niveles tenemos la necesidad de reencontrarnos con nuestra parte espiritual, nadie en este mundo, ni siquiera los Ateos descartan esta parte, y si somos de los que tomamos partido en recriminar y señalar a quienes asisten a un culto para tener una comunicación con Dios no solo se trata de criticar, sería más interesante escuchar una propuesta, porque si no es con Dios… ¿Con quién entonces?