La estrategia del lema “divide y vencerás” parece cobrar resultados cada vez más efectivos con la situación en la que nuestro país vive actualmente. Y aunque la oposición de ideas es un estado natural de la democracia ¿hasta qué punto puede ser un punto en contra de nosotros?, ¿hasta dónde llega la responsabilidad de los gobernantes para permitir este desencuentro y hasta qué punto es necesaria la intervención para combatirla? Sin duda este es uno de los dilemas que el presidente de nuestro país deberá reflexionar en los próximos meses para la consolidación de su proyecto de nación o bien asumir la responsabilidad histórica de no hacerlo.
¿La contradicción del presidente?
AMLO debe reconocer que el personaje que creo de sí mismo no puede ser más que lo que debe representar la figura presidencial.
La edificación del Peje fue construida para dividir porque esa es la naturaleza de cualquier discurso durante una campaña política, el riesgo de continuar representando a este personaje de izquierda es que mantiene viva la idea de la división en el país.
Por el contrario, la figura presidencial y los símbolos que utiliza para su representación la vuelven impersonal, es decir, le dan el atributo de ser el punto de referencia que proponga la unidad de cada uno de los mexicanos en un mismo proyecto de Nación, es verdad, la oposición deberá existir porque sin ella no existe democracia pero ¿qué ocurre cuando la división proviene de este elemento unificador?, ¿si se usa el título de presidente para imponer una voluntad por encima de los intereses de los demás?
El autoritarismo no es algo nuevo en nuestra historia, lo nuevo sería alguien que se conduzca por una línea diferente, alguien que en verdad sepa que el poder es un medio al servicio de los demás. El gran riesgo de AMLO sería convertirse en eso que tanto ha criticado, un gobernante de izquierda que continúa en campaña y se olvida de que es tiempo de servir y construir unidad. Por ello cuando un candidato gana deja de ser el candidato para asumir el mando desde “la silla de presidente” la cual es impersonal, lo debe ser porque es el representante de un país que no tiene ya los colores de un partido sino los de una Nación. La obligación de este puesto es generar la unidad, al menos desde el enfoque de una utopía.
Los enemigos del presidente
¿Por qué la lucha ahora deberá enfocarse en la unión del país?, ¿quién es el enemigo de México?, ¿a quién le conviene realmente que nuestro país esté dividido?
El pensamiento correcto es que los enemigos de nuestra Nación están en el extranjero con muchos rostros como economía, desarrollo y comercio. Mientras más tiempo tarde el país en unificarse mayores serán los riesgos de ser presas de estos adversarios.
La urgencia debe ser la unidad, porque los enemigos no somos los que tenemos ideas diferentes sean a favor o en contra del presidente sino mas bien quienes se aprovecharán de este desencuentro y que hoy, para la mayoría de los mexicanos pasan desapercibidos. Entre mayores sean la diferencias entre los mexicanos, mayor será el obstáculo que un presidente deberá superar para combatir con eficacia a estos contrincantes que desde hace décadas tienen a México, dicho de una forma políticamente correcta, como una economía en desarrollo.
Teniendo todo para ser una primera potencia, el mismo AMLO ha sido testigo del gran obstáculo que genera la división, incluso de la que no proviene de sus discursos. Continuar manteniendo la división entre los mexicanos retrasa la verdadera batalla que debemos librar.
Un presidente que no promueve la unidad es un personaje que al final termina quedándose solo, la historia nos ha demostrado que la política se desgasta, inevitablemente con el tiempo se agota, siempre pesarán los hechos más que los discursos, y cuando más que nunca tenemos la oportunidad de construir un nuevo rumbo para nuestro país con la enorme puerta que AMLO ha abierto para todos, sería incongruente que seamos los mismos mexicanos, o el presidente, quienes boicoteáramos esta oportunidad y sigamos siendo presos de nuestros enemigos como ocurre hasta el momento