La fórmula para la corrupción y que ésta siga existiendo en nuestro país se llama olvido. Recuerdo hace algunas semanas la indignación a nivel nacional sobre el caso de Manuel Velasco, las críticas no solo fueron hacia el político sino también a un sistema que permite lo ilógico, lo que puede ocurrir solo en México.
Al final todo quedaba en Velasco
“Cumpliré con mi mandato como Gobernador Constitucional. Mi lugar está aquí en Chiapas, junto a los chiapanecos.” Declaraba Manuel Velasco en su cuenta de Twitter previo a su candidatura para contender por un lugar en el Senado.
En este mensaje oportuno, en el que solo en la mente del gobernador se sabía lo que este discurso de doble sentido significaba en realidad, y que de manera intencionada previo a la tormenta mediática que sucedería, se exponía con cinismo a la sociedad de manera oculta e irónicamente de forma publica, las verdaderas intenciones del político.
Mi inquietud era pensar lo que ocurría en la mente de Velasco al leer, si es que lo hizo, cientos de críticas sobre la acción realizada y constatar el repudio de la sociedad, lo lógico sería en un acto de responsabilidad y empatía, haber desistido de la petición que cabe señalar, fue presentada en varias ocasiones hasta ser aceptada ante la incredulidad de millones de mexicanos que más allá de la terquedad del político, otro punto cuestionable es ¿por qué al principio la respuesta fue no y después sí? ¿Qué se pudo negociar detrás para que los políticos cedieran finalmente ante esta petición?
Regresando al caso de la ética de Manuel Velasco, tras el análisis de especialistas y la opinión pública lo moralmente correcto era retractarse y aun así no lo hizo, pesó más la ambisión que la congruencia de un funcionario quien se debe a los ciudadanos y quien sin duda navega en la impunidad por la desidia de los mexicanos que en tan solo menos de un mes tienen en el centro de la opinión pública otros temas. ¡Qué rápido olvidamos!, ¡Con qué irresponsabilidad olvidamos!
¿Y las exigencias por un país mejor dónde quedaron?
El sistema es corrupto, este caso es una clara evidencia de lo fácil que es quebrantar a conveniencia de los políticos, en primer lugar las leyes de un Estado para permitir algo que es ilógico, y en segundo, a nivel Senado avalarlo. La propuesta para el cambio no está ahí, está en nosotros quienes debemos estar atentos y dar un paso más allá que la simple queja de siempre. Los políticos corruptos saben que ante un acto de abuso solo deberán esperar un corto periodo de críticas para después continuar con sus fechorías porque simplemente la opinión pública dejará de hablar de ello.
Una sociedad dividida es un grupo fácil de manipular, ¿cómo debemos proceder los mexicanos ante éste y muchos otros casos? ¡simplemente no tenemos un acuerdo! y lo más fácil es olvidar y quejarnos del siguiente tema que se presente y con ello, irónicamente, declararnos como una sociedad consciente e involucrada que pelea por sus derechos.
El olvido a casi un mes de este caso es una muestra de nuestra desidia y de este autoengaño, por ello coloco este acto nuevamente en la mesa para preguntarnos ¿qué sigue? ¿a poco podemos dar carpetazo final a este asunto?
Por Daniel Fajardo
Colaboración especial para